miércoles, 19 de septiembre de 2012

Sigo con esta historia sin título aún


III
Dos días sin Internet, no sé qué hacer, no me avisaron que esto era adictivo. La doña a veces me contagia un poco su mala onda, que no, no es eso, es desmotivación. La doña no es mala, pasa que tuvo un pasado muy glorioso e insostenible en el tiempo. Hoy siento lo que llamo tristeza ajena. Para no pensar, ando por el patio regando las plantas con los tacos puestos, así se me acostumbran los pies. No sé si me quedan grandes o tienen que ser así, parezco una niña con los zapatos de su madre. Bueno, en realidad sí son de mi madre los zapatos y sí, en cierta forma, soy una niña que se quedó sola.
El vestido también es de mi mamá y me queda grande. No sólo no aprendí a cocinar, tampoco a cocer ropa, personas sí porque soy enfermera, claro. Puedo cocer una pelota de cuero porque es algo parecido, pero un pantalón me resulta complicadísimo. Igualmente no debí cocer heridas, eso lo hacen los médicos, pero hubo un par de situaciones en la calle en las que me ofrecí espontáneamente. También soy una heroína si quiero. Hasta tengo súper poderes, creo.  Nunca siento cansancio, puedo pasar la noche sin dormir y estar fresca como una lechuga al día siguiente. Puedo saber quién llama sin ver la pantalla del celular. Sé lo que va a pasarme, algunas veces, otras no tanto. Adivino el precio exacto de mis compras y sé lo que necesita la doña antes de que me lo pida. Puedo vivir cualquier sueño como si fuera real, por eso a veces me da miedo dormir.
Anoche, cuando me acosté y cerré los ojos, me pasaban trenes por los párpados. Los abría y nada, cerraba y pasaban trenes, también la cámara se movía, mostrando otras cosas del mundo ferroviario, andenes, estaciones desvencijadas, muchos árboles detrás del alambrado, hombres trabajando, pasto entre los adoquines, pasajeros. Todo esto estaba en mis párpados. Como duermo con la radio encendida, no sé si esta película tenía audio, preferí no saberlo y no dormí. Aunque cada tanto, fascinada, miraba los trenes dentro de mí. Todo estaba en un tono sepia, hormigueado. Fue raro que no aparecieran los fractales a los que estoy habituada. En cuanto a los trenes, podía sentir la velocidad, la vibración y mi cuerpo flotaba, mi piel no sentía los límites y yo no sé qué era, ni siquiera estaba durmiendo. Abría los ojos y nada, los cerraba y todo esto volvía a suceder como si tal cosa.
Hablé con Cándida y con Laura, quiero que vengan a mi casa, yo sé que están muy ocupadas, pero de verdad necesito que vengan. No recibo muchas visitas, a veces entran los vecinos por una u otra razón. Yo si estoy al pedo no tengo problema en tomar mate y charlar con cualquiera. No le tengo miedo a las personas, en absoluto. Miedo le tengo a los perros grandotes que no conozco y me ladran, miedo le tengo los ascensores, a las iglesias, a los árboles caídos (en serio, una vez, enfrente de casa, la tormenta derribó a un árbol, creo que era un álamo y su espectáculo fue espantoso, todas esas raíces desnudas, arañando el aire, mostrando avergonzadas, furibundas y agonizantes sus dedos de bruja desnutrida y el tronco desesperado, aún vagamente vivo, las hojas serían las últimas en enterarse. Yo lo vi todo, día a día, desde la ventana de mi cuarto. Vi morir a un árbol de la peor manera posible. Desde entonces aparto mi vista de los árboles víctimas de las tormentas.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Falta poco para mi viaje y justo me agarraron ganas de escribir, así que voy a ir usando mi blog como pen drive otra vez

Incorporo personajes, eso me pasa, eso me pasó siempre, toman el control de mis pensamiento estos seres dibujados en mi imaginación, a veces son desagradables, hacen y dicen cosas que yo no y cosas que sí, son raros, son comunes, son... personajes. Nacen en un momento, y después no se mueren nunca.

I
Tengo un problema con las ilusiones. Cuando era chica, una vez, les estaba dando de comer a las palomas en una plaza y comenzaron a venir en cantidad, algunas se sintieron más confiadas y se subieron a mi regazo, como ya no tenía más maíz, comenzaron a buscarlo en mis bolsillos, en mi carterita de fantasía, en mis manos vacías, pero no, ya no tenía, y una se me subió a la cabeza, tal vez a falta de maíz quería piojos, después fue confuso, no sé muy bien cómo y por qué terminé en el hospital con un ojo emparchado, creo que me entró caca de paloma en un ojo o algo así. Entonces, con las ilusiones me pasa algo parecido: las alimento hasta que me hacen daño. Yo soy la paloma y quien le da de comer al mismo tiempo y la que se caga en su ojo también. Una pena que mi mamá se haya muerto, porque yo tiendo a distorsionar los recuerdos y ella recordaba sin ponerle arte al asunto, no adornaba nada, recordaba los hechos tal como habían sucedido. A mí me pasan otras cosas en el camino del recuerdo a la palabra.
A veces no sé si lo de las palomas fue tan así o si pasó algo por el estilo y el parche en el ojo corresponde a otro episodio. Pero qué importa eso cuando una se siente sola y tiene ganas de hablar. Muchas ganas de hablar.
Yo creí que para esta edad ya iba a estar casada, siempre lo creí así. Mis muñecas tenían los nombres de mis futuras hijas. Pero nada de eso pasó. Mis amigas estudiaron, viajaron, se recibieron, probaron muchas experiencias, se drogaron o no, alguna que otra ya es mamá. A mí no, nada de nada. Yo me quedé en Saavedra viendo pasar la vida, regando las plantas de mi patio (mi vieja sigue viva en ellas). Lo más lejos que fui…. A la costa, supongo, a las islas del Tigre, una vez a Uruguay, pero todo esto con mamá y papá, claro, hace mucho tiempo, antes de que usara corpiño. Creo que lo más lejos que llegué por mi cuenta fue hasta Lomas del Mirador porque tenía un novio ahí. Con ese me quería casar yo, pero nos llevábamos mal.
Mi problema con las ilusiones es que poco tienen que ver con las posibilidades que me ofrece la realidad, simplemente me enfrasco, el vidrio se empaña y ya no puedo ver más que las películas exageradas de mi imaginación. Claro que estas ilusiones están ligadas a las necesidades que padezco. Me gusta que me abracen, lo necesito todo el tiempo, a cada rato, por eso no puedo vivir sin mascotas. Prefiero los abrazos humanos, aunque son mucho más caros. Hace rato me hice a la idea de que cobramos por nuestro cariño, cobramos cariño por nuestro cariño, valga la redundancia (jeje, la palabra “redundancia” me hace sentir importante, como usar la expresión “eso depende de qué factores estén en juego”). Yo me quiero, ¡y gratis!, pero no me alcanza, no. Sexualmente estoy bien, tranquila. No tuve mucho sexo a comparación de otras chicas de mi edad. No me gusta tanto. Una vez probé con una chica a ver si era por eso, pero no, tampoco. No soy tan apasionada, lo que me estimula a mí es mimar y ser mimada. Pero eso sí: cuando me case o me junte, aprenderé todas las chanchadas necesarias para ser una buena compañera y, ¿ves? Ya me estoy ilusionando, imaginando una cara, color de pelo, de ojos, altura y peso, porcentaje de grasa corporal. No, mejor hablo de otra cosa porque ya sé que esto me va a hacer llorar.
No salgo mucho. La hija de la señora donde trabajo a veces me invita a fiestas. Una vez fui, creo. Me prestó su ropa, yo no tenía nada. Engordé bastante desde que murió mamá. Ella sabía hacer comidas saludables pero yo nunca aprendí a cocinar bien y vivo a patys y fideos, además mi vieja me obligaba a tomar agua en casa y sólo podía tomar gaseosas en el colegio o en casas ajenas. Ahora tomo gaseosas todo el tiempo: lunes, seven up, martes mirinda, miércoles coca-cola, jueves paso de los toros pomelo, viernes sprite (y no me vengan con que seven up es lo mismo, porque no lo es), sábado coca-cola de nuevo, pero con un chorrito de fernet porque es el mismo día que como patys con queso derretido y domingo opcional, según las ganas que tenga. También como mucho pan, en la cantidad que antes comía frutas.
Cuando tenía novio iba al gimnasio de acá a la vuelta. Ahora no sé, no tengo muchas ganas y me avergüenza mi dieta. De todos modos, debo perder un kilo, o dos, porque si no me voy a tener que comprar otro vestido para el casamiento de Cándida, mi mejor amiga.
Cándida es integrante de las chicas locas de Saavedra rock. Tuvimos una banda, no, la banda se supone que aún existe en nuestros corazones, hicimos un juramento: que nuestra banda no moriría jamás y enterramos una bandera con nuestros nombres en la plaza. Algo grabamos, ninguna sabía tocar realmente un instrumento, pero hacíamos lo que podíamos, yo cantaba y hacía ritmo con la pandereta, Laura hacía ruiditos con el teclado de su hermanito y Cándida cantaba y hacía la batería con las ollas. Nos divertíamos como boluditas que éramos, nunca teníamos un peso, nunca nos comprábamos nada, era barata la diversión. Las chicas chetas del curso no podían entendernos y a veces nos pegaban. Ellas sí que gastaban plata en el shopping. Nosotras estábamos siempre en la plaza hasta que crecimos y empezamos a tener novios y sexo. Cándida se va a casar con su primer novio, llevan diez años en pareja. Parece que se quieren, aunque es un amor como… “automático” diría yo, tienen días y horarios para todo, hasta para excitarse necesitan organizarse (esto me lo contó por teléfono la semana pasada). Ah, y hablando de Cándida, hace cuatro días que tengo internet en casa. La cosa fue así: resulta que mi amiga y yo no nos veíamos desde hace cinco años y para rastrearme me buscó por facebook, por Messenger, por google, pero claro, así no me encontró, hasta que dio con una vieja guía telefónica de Saavedra en la casa de su mamá y me buscó por apellido “Milani, Andrea Aleluya” (sí, es raro, pero mi segundo nombre es aleluya y muy poca gente lo sabe. Ah, pero esa que figuraba en la guía era mi abuela, yo me llamo igual, creo). No podía creer cuando escuché su voz. No es fácil comunicarse conmigo, en mi celular tengo solo quince números y es fácil recordar quiénes son, una mitad son deliverys y la otra parientes y amigos, más parientes que amigos. Tengo una prima que me ofreció un disparate: que yo le canjee mi casa, bah, la casa que fue de mi abuela y después de mis viejos por su departamentito de mierda, porque está embarazada y junto a su marido se quieren mudar a algo más grande. Me dijo cosas lindas al principio para convencerme y después cuando ya no pudo me dijo cosas muy feas. Bueno, volviendo al reencuentro con Cándida, me insistió para que me ponga internet en casa y me abra una cuenta en facebook para estar permanentemente conectadas. Y le hice caso, ahora no puedo parar: ya no miro la tele, ya no veo películas, ya no leo el diario ¡lo tengo todo en facebook! Además vi como están todos mis compañeros del colegio ahora, es muy gracioso ver cómo engordaron algunos y se produjeron otros. Mucha bola no me dan, pero a veces tecleo cualquier nombre al azar y si me gusta la foto de la persona la agrego, a veces me aceptan y chateo con perfectos desconocidos durante horas, me hace mucha compañía esto, aunque a veces la cuelgo y me olvido de salir, de sacar al perro a la plaza, de darles de comer a mis gatos y de regar las plantas. De trabajar no me olvido, eso no.
Cuido a una señora que está muy enferma. No tiene nada en especial, si no que… cómo decirlo sin que suene terriblemente trágico, a ver, digamos que ya no tiene ningún interés en seguir viviendo, todo la aburre y la entristece. Ve a la vida como un conjunto de obligaciones orgánicas: comer, cagar, dormir. No hay emoción. Su hija ya se acostumbró a que su madre jamás se alegrará por sus alegrías. Su hija y yo somos medio amigas. Ella tiene hermanos de parte de padre, al revés que yo, que tengo un hermano de parte de madre que vive en Brasil. Mi hermano es gay, esto a mamá le daba mucha vergüenza frente al mundo, pero no frente a él, es decir, de no haber sido por el qué dirán la hubiéramos pasado mejor cuando nos enteramos. Yo me puse un poco contenta porque lo vi contento a él, es tan lindo encontrar al fin un amor… debe ser hermoso, tal vez me pase algún día. A veces me enamoro un ratito de alguien que pasa por la calle. A veces persigo por algunas cuadras a chicos que me gustan y luego me escondo o me hago la boluda, pero en esos momentos las ilusiones me matan, me imagino que el chico se va a dar vuelta y me va a resolver la vida con una sonrisa afirmativa y… claro, la señora que yo cuido es el extremo opuesto a mí, ella vive sin ilusiones, expecto la de morir pronto, a veces me lo dice “Roxana, yo me voy a morir pronto, ¿verdad?” y yo le digo “Sí, señora, todos finalmente encontramos lo que buscamos”. Habla muy poco esta señora. Mi trabajo, básicamente, consiste en hablarle, por suerte para eso soy buena. Pobre doña, me da un poco de pena, ella en su juventud fue hermosa. Quedó así después de la separación, según dicen en el barrio. El marido la dejó por otra más joven y ella nunca pudo reponerse, en fin, cosas que pasan. Mi papá a mi mamá le hizo exactamente lo mismo pero mi vieja se lo aguantó con entereza, aunque falleció hace dos años de cáncer, en fin, yo no sé si tendrá algo que ver. Lo que lamentó mi vieja antes de morir fue que yo no estuviera casada y me dijo algo raro el último día que estuvo viva: “Desconfiá de tu pensamiento”.


II
Cándida no sabe que yo tengo un problema: lloro en los colectivos, y mucho. No sé qué me pasa, en algún momento me saco los auriculares, escucho a mi alrededor, veo por la ventana, siento los olores de la gente, toco el asiento, el cabello de quien está adelante sin querer, siento gusto a soledad en la boca y mi estómago se hace puño, un puño enojado y triste que quiere que llore. Vomito lágrimas. La gente se incomoda, a veces me preguntan qué me pasa, pero yo no respondo. Bien, este es un verdadero problema porque tengo que viajar desde Saavedra hasta Berazategui, bah, es en el “Ranelagh Golf Club”, su futuro marido es polista o algo así, según entendí. Entonces, no voy a caminar ocho cuadras con tacos, tengo que tomar un colectivo hasta la estación Saavedra, después el tren hasta Retiro, en Retiro subte hasta Constitución (todo esto para evitar el 60 hasta Consti), y en Constitución, tren a Berazategui y, si no es muy caro, un remis…  pero si es en Ranelagh, ¿no tengo que bajarme en Ranelagh?, soy medio despistada yo, siempre me pierdo y pierdo mis cosas, mi plata, mis llaves, hasta mis perros se me han perdido. En fin, en otros transportes que no sean los bondis no lloro tanto. Consulté cuánto cuesta un remis desde acá hasta allá y ni da: son doscientos pesos. Por esa plata preferiría pintar las paredes de mi casa, que están un poco descascaradas. Yo no me esperaba estar sola a esta altura de la vida, me refiero al vivir sola. Un par de veces alquilé las piezas, pero no resultó la convivencia, no me gusta la gente borracha que trae borrachos, mucho quilombo, mucho griterío y al pedo, además no me hacían caso cuando les pedía por favor que se comporten bien. Una vez llegué muy cansada de cuidar a la doña y me dolía la cabeza, entonces abrí la puerta de casa y ahí los vi, al que me estaba alquilando la pieza de arriba con su novia, garchando en el sillón del living. Mi primera reacción fue cagarme de risa, pero después me enojé un poquito. A la semana se tuvo que ir, dejó muchas botellas vacías debajo de la cama, el muy roñoso.
A riesgo de que se enoje mucho conmigo, le conté a Cándida que tal vez no quiera ir a ese casamiento porque me resulta muy complicado llegar y ella me dijo:
-¡Pero Lauri! ¿no tenés algún muchacho afortunado que te acompañe?
-No, no tengo, creo que hace como cinco años que no tengo novio en serio.
-Pero… ¿No te estás garchando a nadie?
-Y, me parece que hace un año que no cojo.
-A ver… yo tengo un amigo para presentarte.
-¡Contáme!
-Está en la misma que vos: se separó hace bastante, es un tipo tranquilo y sé que anda buscando novia hace rato pero no tuvo mucha suerte. Se abrió una cuenta en una página para conocer gente y le fue re mal: se encontraba con las minas, las invitaba a cenar, a tomar algo y las acompañaba a sus casas, nunca le dio bola ninguna y en tres meses se gastó cinco mil pesos en salidas, a causa de esto se endeudó con un amigo, cayó en una profunda depresión, tuvo que ir al psiquiatra pero no pudo pagarle más y tampoco podía pagar la medicación, así que le cambió una letra a la palabra y empezó a hacer meditación, haciendo meditación se dio cuenta que necesitaba una novia y, bueno, ya te conté toda la historia, te lo sugiero como amigo en facebook, además, él vive más o menos cerca de tu casa, podrían venir juntos, tiene auto.
-¿Y de dónde salió el chabón ese?
-Amigo del socio de mi marido, de parte del suegro.
-Aaaaa, entendí.
El hombre se llama Gabriel. Se ve bien en las fotos, es medio gordito, pero zafa. Su charla es agradable, al menos por chat. Ya hace dos meses que tengo internet en casa y estoy re canchera. Hasta me hice un blog con fotos de cuando era chiquita, subí a todas mis muñecas con sus respectivos nombres (de eso sí me acuerdo: Laura, Roxana, Andrea, Victoria, Mercedes y Milagros). Quiero tener hijas cuando sea grande, no hijos. No me gustan los varones para criarlos, son muy sucios. Este Gabriel no parece sucio. Me dijo que está en una etapa de la vida en donde no hay lugar para la frivolidad, que necesita que todo sea auténtico, verdadero y duradero. Me contó de sus malas experiencias en páginas de citas. Me contó que estuvo casado, que viajó a Europa, que ganó un premio por cruzar un río a nado y me contó tantas cosas que a mí se me escapó la única anécdota interesante que tengo: una vez estuve con dos hombres al mismo tiempo, en la cama, claro. Y bueno, yo sé que estuve mal en contárselo pero no quería ser menos. Las personas hacemos muchas cosas por no ser menos que el otro.
Eso a Gabriel lo puso un poco cachondo y me contó una suya: una vez se la hizo chupar por una travesti debajo de la mesa de un bar, cuando era pendejo. Yo no sé para qué ando diciendo que no me gusta el sexo si en realidad puedo ser re puta si quiero, la más puta e insaciable de todas. Es una pena que de verdad hace un año que no cojo y ahí vienen, preparadas para atormentarme las ilusiones: esta es la situación: hace tres meses que chateo con Gabriel, venimos posponiendo nuestro encuentro para conocernos directamente en el casamiento de Laura y Ramiro, perdón, Cándida y Ramiro. Queremos conocernos así, re producidos y bellos, aaa… cómo extraño al amor en sí mismo, amar y ser amada. Ya me enamoré, cada vez que llego de trabajar no importa si me estoy meando: abro al facebook para ver si está conectado. Dicho sea de paso, me pagan muy poco en mi trabajo. Soy enfermera, no soy cualquier cosa, yo estudié y me re costó llegar a ser lo que soy y no me hace ninguna gracia no poder planificar nada porque no tengo un mango, no es justo. Me la banco porque desde la semana pasada acordamos que, además de la miseria que me pagan, me den el almuerzo y un tapper con la cena. Además, yo sé que la doña se moriría sin mis atenciones, sin embargo, ahora que lo pienso, no le hago ningún favor.


Que me disculpen las playas podridas del río de la plata:
debo retirarles mi estima por algún tiempo.
Pasa que a mí nunca me gustó el tango.
Sí debo reconocer
que las construcciones antiguas embellecen
esta pobre ciudad sin cerros.
Pero seamos honestos:
ninguna casa, o edificio, son más lindos que una montaña,
lago o bosque.
Es hora de decirlo: Buenos Aires está sobrevalorada.
Tal vez lo más bonito sea su gente, pero está de mal humor.
Ciudad criadero de neuróticos y psicólogos
Ciudad criadero de mujeriegos y mujeres en desuso
Ciudad criadero de inmigrantes decepcionados
Ciudad criadero de taxistas que prostituyen su oreja
a cambio de tarifas exorbitantes.
Ya no se cómo quererla...
Ponéle que me gusta el fútbol
soy de Atlanta y se me fue a la B metro,
insulsa categoría sin público visitante.
¿Cómo te quiero ahora, Buenos Aires?
si lo que más quiero de vos perdió la categoría
y yo también descendí en el encanto,
si bien todo lo bueno y lo malo me pasó en tus pamas urbanas.
Tengo una propuesta:
Dejemos a Buenos aires sola. Que se reponga,
se recicle, se cure de todos nosotros
que no la cogimos, la violamos durante tanto tiempo.
Que recupere su natural juventud ahogada bajo cemento, 
asfalto y algunos árboles traidos de Europa y,
dicho sea de paso, que vuelvan los pájaros de colores de antaño,
que las cotorras echen a los gorriones a picotazos en el culito.
Que el Río de la Plata expulse un garco y destruya
a una ciudad deshabitada.
Y si esto no resulta,
vayámonos la mitad
okupemos cualquier pedazo de país
y que se joda Buenos aires y la mitad restante;
exiliémonos para vivir en anarquía.
Caguémonos de frío, de calor, o sed,
pero sin consumirnos en el consumismo.
Ah, ¿eso tampoco?
Y bueno, qué se yo.
No me gusta malos aires.
No la odio porque nunca la amé tanto.
Entonces me voy yo.

lunes, 23 de julio de 2012


Finalmente, después de diez años de pensar en esto, me decidí y empecé a escribir:
Si no conociste a tu papá o sabés de alguien, te cuento que estoy escribiendo una historia en la que el protagonista no lo conoce y decide organizarse con otros chicos en la misma situación para encontrarlos. Si te cabe colaborar o aportar en este proyecto novelístico, podés contestar estas preguntas o algunas de ellas o simplemente contar tu experiencia. Mandáme las respuestas a mi mail: duniashka_5@hotmail.com  Desde ya, muchas gracias!

¿Nunca conociste a tu padre o no lo ves desde una edad que no podés recordar?
¿Creés que puede tener alguna justificación su ausencia?
¿Creés que a tu padre lo castigan sus recuerdos y sus pensamientos?
¿Tenés ganas de conocerlo?
¿Qué le dirías?
¿En qué caso lo perdonarías y en qué caso no?
¿Le cobrarías, si pudieras, todo lo que te debe? ¿y cómo?
¿Creés que debería hablarse más de esto, ahora que con las redes sociales es más fácil rastrear a una persona? ¿Creés que es más fácil encontrar a una persona ahora?
¿Bajo qué circunstancia vos abandonarías a un hijo? ¿en qué casos te parece que esto debe hacerse?
¿podés ser amigo de alguien que abandona a un hijo?
¿Te sentiste muy diferente a tus amigos con familias más o menos constituídas?
¿Qué sentís cuando alguien desprecia a un padre que no es tan malo?
¿Qué sentís cuando el padre de alguien es muy malo?
¿Cómo está tu vieja? ¿toma medicación, pudo rehacer su vida, está sana, tiene más hijos?
¿Qué clase de padre pensás ser? ¿y creés que lo vas a lograr? ¿de qué depende?
¿Y qué Factores podrían frustrar tus fantasías paternales?
¿Creés que hay alguna conexión entre el abandono de los hijos y el machismo?
¿Conocés algún caso en el que se va la madre y el padre queda con los chicos?
¿Y casos como el tuyo?
¿Qué desventajas, aparte de las económicas, debe enfrentar, para vos, un chico sin padre?
¿Creés que podría haber una reconciliación? ¿de qué dependería?
¿creés que la sociedad es cruel e indiscreta respecto a estos casos?
¿alguna vez discriminaron a tu vieja por esta situación?
¿tus abuelos ayudaron o criticaron, o ambas cosas?
¿pensás en todos esos parientes que no conocés?
¿Alguna vez viste gente en la calle que sentiste que podría ser tu padre o algún pariente?
¿es o ha sido tu padre un personaje onírico? ¿es bueno o malo soñar con él?
¿Te han mandado al psicólogo desde el colegio por esta característica familiar?
¿la sociedad te hinchó las pelotas al pedo más de una vez por esto?
¿Qué le dirías a la sociedad y a los hombres?
¿Qué creés que debe cambiar en la sociedad?

sábado, 14 de agosto de 2010

Salbataje de poema en una mudanza

Escrito en el 2006, rescatado hoy mientras me mudo:

Tengo ganas de escribir, fumar
y hablar al mismo tiempo.
No me conformo con la dualidad telefónica
Me cuento secretos
y me contesto.
Sueño con aguas sucias
y creo en lo que veo.
Entonces
me parece mentira
este silencio de gatos
y el cassette que se escucha mal.

Creo que se coló un hilo
de terror y esperanza
y no me sirve
para coserme este pantalón incómodo.
La tristeza en como un jean
que te aprieta la concha.

Dafne Mociulsky

jueves, 12 de agosto de 2010

Bocha de FLIAS y afines por todas partes!

¿que se viene en estos meses?

21 y 28 de agosto y 4 de septiembre: Taller de autopublicación en Rosario
+ info: http://fliarosarina.blogspot.com/

11 de septiembre: FLIA en la Plata!!!!! (en Berisso más propiamente)
+ info: http://flia-laplata.blogspot.com/

17 y 18 de septiembre: FLIA Rosario!!!!
http://fliarosarina.blogspot.com/

18 y 19 de septiembre: Libros son!!!! Córdoba Capital.
http://www.libroson.blogspot.com/


2 al 20 de septiembre feria "oficial" del libro Córdoba
(existe la posibilidad de conseguir un stand para producciones
independientes)

3 de Octubre: FLIA Haedo (si llueve se pasa al 10)!!!!!!!
(también habrá una FLIA en Moreno, fecha a confirmar)

8, 9, 10 de Octubre: FLIA Mar del plata!!!!!!!!
http://www.fliamardelplata.blogspot.com/

16 y 17 FLIA Cuidad Autónoma de Buenos Aires
http://feriadellibroindependiente.blogspot.com/

5 y 6 de noviembre Santa Fe capital

11 12 y 13 noviembre Entre Ríos, Paraná


19, 20 y 21 de noviembre de 2010 ERICA III Misiones
http://ericademisiones.wordpress.com/

miércoles, 11 de agosto de 2010

Se viene la 4º FLIA en La Plata

Y se viene la 4º FLIA en La Plata, he aquí un poc de información acerca del lugar (que bajé de http://argentina.indymedia.org/news/2010/08/744905.php)

¡¡¡LA PRIMAVERA EMPIEZA EL 11!!!

Se viene...

4ª FLIA La Plata
Feria del Libro Independiente y Autogestiva de La Plata

Sábado 11 de Setiembre de 2010, desde el mediodía hasta la noche.

En la república de Berisso, en la histórica calle Nueva York.

Si querés tener un espacio en el escenario durante el día para recitar tus poeticadeces o tus poetudeces, podés escribir a: [http://www.mansionobrera.blogspot.com] (URL: mailto:escenarioflialp@gmail.com)

En febrero del 2002, vecinos de la calle Nueva York se empezaron a juntar en una esquina para organizarse contra la crisis; de ahí surgió el MTD (Movimiento de Trabajadores de Desocupados) de Berisso. Mediante asambleas y cortes de calles no sólo consiguieron subsidios para los vecinos sin trabajo, sino que abrieron un merendero, un comedor, armaron un horno de barro y una huerta comunitaria.
En el invierno del ‘04, okuparon un local abandonado (que antes era un cabaret) con el objetivo de crear la sede del Movimiento. Hubo que limpiarlo, colocar el techo y realizarle otras mejoras edilicias. Ahí se inauguró la carpintería del MTD, que funciona de lunes a viernes y donde trabaja un puñado de compañeros. Para esa época, el MTD de Berisso pasó a formar parte del Frente Popular “Darío Santillán”.
El centro cultural “Mansión Obrera” (sobre el pasaje Wilde, a la vuelta del MTD) es cedido por un vecino del barrio en el verano del ‘05. Allí se dictan talleres de comunicación tanto para niños, adolescentes y adultos -video, revista, fotografía, radio, stencil, mural- y además, un taller de percusión.
En la primavera del ‘08, se tomó un baldío (frente al local del MTD), se lo limpió y se construyó una plaza, donde también se realizan los Mercados Populares, y jornadas culturales con actividades lúdicas y barrileteadas. En mayo del ‘10, se consiguieron un transmisor y una antena, y se creó FM “Barrio” (98,5 Mhz) una radio comunitaria que funciona de manera precaria y provisoria, en la cocina del MTD.
Por todo lo que se ha hecho y se hace para transformar imaginativamente la realidad, basado en la autogestión y la solidaridad, la cuarta FLIA LP se realiza hoy en esta calle, donde en varias paredes todavía se puede leer la consigna de los MTDs: “Trabajo, Dignidad, Cambio Social”.

lunes, 2 de agosto de 2010

Cobertura de la 1ºJornada Bohemia en Atlanta 16/7/10

El frío de la noche del viernes empujaba hacia la cancha de Atlanta. No había partido aunque se juntaba un seleccionado, pero no de jugadores, sino de escritores y dibujantes: se presentaba el 3 volumen de Signorina Poesía, antología a cargo de Dafne Mociulsky, impreso y armado en No hay Vergüenza Ediciones, que vendrían a ser la DT y los ayudantes de campo, respectivamente.

“Vamos a leer nuestras lecturas corrosivas” prometía Merluza Juárez desde el vestuario de la jornada, y minutos después se subió a una silla de plástico y dio el puntapié inicial para que la jornada bohemia en la cancha de Atlanta comience.

Anahí Ferreyra, que participa en Signorina, es además autora de una novela ficcionalizada basada en la vida de Syd Barret, Máscara y Vacío: “Traté de meterme y construir el personaje y a partir de ese personaje construido ir investigando y hay escenas que salen de anécdotas que leí, y otras que se me ocurrieron a mí, basándome en la construcción previa de ese personaje, como era su forma de ser y su relación con el mundo.” Anahí lo va a estar presentando el 6 de agosto en La Libre, Bolívar 646.

Y en la gramilla del escenario se iban mezclando los escritores y músicos, dejando todo en cada pelota dividida aunque tratando de jugar con la bocha al piso, sin abusar del pelotazo, ¿serían estas las instrucciones de la DT? Quien sabe, pues esto de meter metáforas con el fútbol es solo un delirio mío y nada mas, por eso con Dafne hablo únicamente de los libritos: “Signorina poesía es una serie de antologías muy accesibles y económicas de escritores independientes y dibujantes que se distribuye principalmente en ferias y colectivos y también en bares, plazas, y por donde sea. Trato de elegir más por poemas que por autores, pero a su vez buscando nuevos autores, por ejemplo para este último número algunos vinieron a través de una convocatoria de Facebook, y también autores de la FLIA. Me gusta que esté bueno el poema y también me gusta difundir a gente que se autopublica. De acá al año que viene quisiera hacer un libro gordo con todo las ediciones de Signorina traducido en cuatro idiomas.”

El volumen número 3 cuenta con textos de quien firma esta nota y además: Pablo Pesco, Tito Arrua, Aaron Rositto, Anahi Ferreyra, Victoria Melina, Juan Ignacio Barragán Fuentes, Dafne, Maximiliano Borovicka, Marisa Scancarello y dibujos de Florencia Pallota “La zombi”, Tito Arrua y Catalina Petra. Espero no olvidarme a nadie y por las dudas deslizo “entre otros”. Y así incluyo anónimamente a quienes participaron en el Volumen 1 y 2.

P.M.Giacobbe

www.larefugio.blogspot.com

www.refugiodemonos.com.ar

martes, 6 de julio de 2010

Escribí esto recién

BlaBlaBla

A pesar de que no tengo religión

debería ir a un templo, o iglesia.

O a una peluquería,

aunque no me gusta que me toquen el pelo,

además de que prefiero tenerlo largo

y ya me teñí.

¿Y una sesión de reiki?

Me encantaría, pero cuesta cincuenta pesos…

Salir a elongar y trepar árboles sería hermoso,

pero hace mucho frío y está por llover.

¿Dejar de llorar?

No puedo, estoy triste.

Ya fumé, sí.

Encima, es temprano para llamar a amigos

También pensé en enemigos

En parientes

En amantes

En masturbarme

En bañarme

En limpiar mi casa

Pero todo lo es que no tengo ganas de hacer

Y mis pensamientos se parecen a esas ropas

abandonadas en una habitación

en la que los fantasmas se juntarían a tomar mate

si pudieran hacerlo.

¿Leer? Es peligroso,

cualquier semejanza con mi realidad

vista desde otra alma desconocida

podría matarme.

¿Matarme?, nah

si no lo hice a los catorce años

Me voy a morir de vieja.

Sexo… mmmm, ¿sexo?

Estoy horrible, no es momento, no novio.

Ver una película…. Sería más peligrosa que un libro.

De pagar boletas o hacer trámites ni hablar.

Trabajar tampoco. Hoy no. Sólo con aquello que no sea remunerado. Eso sí.

Dormir… ¡peligrosísimo!

¡Fue lo que soñé justamente lo que me precipitó a las lágrimas!

Quejarme…. ¡¡¡siiiiii!!!

¡qué divertido!

Dafne Mociulsky

lunes, 5 de julio de 2010

Rescatando poemas del cuaderno Gloria

No me importa si lo leen o no, mi blog es como un pen drive para mí.

No fue en un atardecer

Creo que tenía ganas
de abrir las piernas
como un cielo,
o quizás no:
a mi circunstante
le dolía la cabeza
y su dolor era
un paisaje crepuscular
(supongo que cada pensamiento
sería como una nube roída
por el abandono del sol
y por eso, ¡ay!
el dolor de saberse oscuro
y maravilloso)
Creo que tenía ganas
de sobrevolar esas nubes
de bordes rosados
y podarle sus incordios.
Pero no, dado que mi circunstante,
cuyo dolor crepuscular
le hacía girar la espalda
en dirección opuesta a mí
(que en ese momento,
ya despojada de mi atardecida suciedad,
me encontraba sin corpiño
y sin bombacha debajo de la ropa)
contestaba mails.
Sus dedos,
que no estaban tocando mis tetas,
tecleaban esbozos
de diversos futuros inmediatos.
Y a mí, finalmente,
me llevó la lluvia.

Dafne Mociulsky

martes, 22 de junio de 2010

Y dale, otro cuento más.

Pelela
(un sueño que soñé hace 17 años)

Le decían Pelela y no le molestaba que lo llamaran así: el apodo le había quedado adherido desde el jardín de infantes por su corte de pelo y no hizo ningún esfuerzo por despegárselo.
Su padre había muerto, su madre era vidente y trabajaba haciendo lectura de manos y tirando las cartas del Tarot; su hermana tenía algo raro en la cara: un cachete más grande que otro y, a sus dieciocho años, seguía cursando el primer año de la secundaria, detalle importantísimo ya que Lorena se encargaba, por decisión unánime, de comprar el escabio para todo el curso cuando la situación lo ameritaba.
Pelela tenía quince años, aparentaba más edad debido a su altura. Pelela era lindo, se parecía a Blancanieves y tenía buena onda. No tenía novia y, seguramente, en el colegio habría más de una enamorada solapada que lo tendría en cuenta para tal fin.
Las amistades que se daban en ese colegio estatal, poco tenían que ver con las clases sociales, sino más bien estaban condicionadas por a quiénes los dejaban salir sus padres los fines de semana, quiénes gustaban de emborracharse, quiénes asumían estar en edad de merecer, o cuáles fumaban porro y/o tenían línea para conseguirlo.
Pelela, que se llevaba bien con casi todos, pertenecía más a la joda que al estudio, si bien no era tan vago como su hermana.
¿Qué será de la vida de Pelela ahora? ¿Tendrá auto, hijos, mujer? ¿Habrá seguido una carrera y la habrá terminado? ¿Pasará hambre? No me lo imagino preso, ni muerto ni enfermo. No se lo merece.
No recuerdo cómo se llamaba Pelela, pero no importa.
Pelela no era mujeriego, no aún. Igualmente, digamos que tenía cierto suceso. Le costaba encarar, por suerte no le hacía falta: sabía reconocer el momento del beso.
La primera vez que encaró fue en aquél año al que nos estamos refiriendo: 1993. Fue en esa plaza sita entre Callao, Paraguay, Rodríguez Peña y Marcelo T. de Alvear. Se dice que aproximadamente unos diez años atrás (1983 quizás) en esa misma plaza amaneció Luca Prodan, después del primer Obras de Sumo, comiendo un sándwich de mortadela.
Pelela, sin ser cheto, vivía en Recoleta y esa plaza formaba parte de su camino al colegio. Un mediodía parcialmente nublado y semi-primaveral, pasaba con paso presto por allí, estaba llegando tarde y una chica muy bonita llamó su atención, no tanto por lo linda, sino porque estaba escribiendo con fruición en un cuaderno y, a juzgar por su expresión, seguro que era poesía, dedujo Pelela.
En la casa de Pelela abundaban los libros de poesía; él no les daba mucha importancia pero como su madre los olvidaba sobre el bidet, cuando llegaba su turno de excretar leía un poco. Se rió para sus adentros pensando en su relación de la poesía con la caca, mientras sus piernas lo iban llevando hacia la apasionada escribiente.
Se detuvo cerca, muy cerca de ella, sin saber muy bien qué hacer, porque le pareció que no daba para pegar la media vuelta y desaparecer de su vida sin haber aparecido. Ella ni había notado su presencia, tal era la pasión del supuesto poema que estaba tatuándole al cuaderno.
Algunos hombres, por lo general, suelen ser poco observadores respecto a ciertas cosas de las mujeres. Este no era el caso de Pelela, que en una mirada más cercana supo con certeza que la apasionada escribiente estaba teñida de colorada y que sus ojos profundamente azules eran lentes de contacto. Lo sabía de tanto convivir con su madre y su hermana. De repente se dio cuenta que hacía más de dos minutos que estaba parado frente a ella, esto no podía seguir así, además, sin querer, la estaba privando de la luz del sol -¿Escribís poesía?- dijo sin pensar, sin sentir, como si lo hubiera dicho otro –Si me das un minuto, te lo leo… mientras tanto, ¿podrías correrte un poco?, me estás tapando el sol- Pelela, compungido y boludo, se sentó junto a ella y, como su mente le molestaba tanto como sus manos, sacó de su mochila una hoja de carpeta y se puso a dibujar un algo. Era obvio, a esta altura de las circunstancias, que no iría al colegio. No estaba nervioso porque estaba dibujando, hasta que ella habló: -¿Querés que te lo lea?
-¡Dale!
-Bueno… ahí va: “El día del amor puede ser cualquier día/ y es muy probable/ que estés sin depilarte, o indispuesta/ deprimida, o que vengas sobreviviendo a duras penas/ a tres noches de insomnio./ O que no te des cuenta/ y lo dejes pasar…/ Pero si esto último pasa, es decir:/ si no pasa lo que tiene que pasar,/es cuando se dan esas maldiciones/ que no se sabe de dónde vienen…” y no sé, no se me ocurre cómo seguir, si es que puede o debe seguir. ¿Te gusta la poesía? – Pelela se sintió tentado, porque le hubiera gustado contestar “Sí, cuando cago” pero a cambio de eso asintió con la cabeza y le mostró su dibujo -¡Ay, qué lindo!, ojalá yo supiera dibujar, así no seguiría insistiendo con la poesía. Ni siquiera sé para qué te lo leí, ¡si es una mierda!
-A mí me pareció divertido.
-Bueno, ¡gracias!, ¿cómo es tu nombre?
(¡Ufa!, no recuerdo cómo se llamaba Pelela, llamémoslo “Pablo”)
-Pablo, ¿vos?
-Nerina.
-¿Nerina?, mirá qué lindo nombre, nunca lo había escuchado. ¿Sos de por acá?
-Más o menos, me mudé hace poco. Pablo, ¡un gustazo!, tengo que irme.
-¡Pará!, no lo tomes a mal, pero, ¿te puedo acompañar?, me ratié del colegio por tu poema, y por vos, claro…
Nerina se encogió de hombros y se echó a andar, Pelela se fue junto a ella. Poco le importó ser pesado o importuno, le gustaba esa chica, le gustaba todo de ella excepto su cuello, que era muy grueso en relación al resto de su constitución física. Ella tendría unos dieciocho años y, justo cuando Pelela estaba pensando en qué edad le diría que tendría, ella reanudó la charla
-Che, mirá que son como veinte cuadras, ¿me pensás acompañar?
-Y dale.
-Está bien, no me molesta- aseguró y comenzó a reírse
-¿De qué te reís?
-Y… de que por suerte no sos un pajero que me quiere transar y esas cosas raras.
A medida que esas risas aumentaban, crecía el enojo de Pelela y la inseguridad también, ¿era el momento del beso?
-¡Che!, ¿te enojaste?
-Fue un gusto conocerte, me voy.
¡¡Este es el momento!!, no del beso, sino ese puto momento en el que uno pudo haber desistido, ese que se recuerda después de la ruptura y el dolor, con remordimiento e ira. O, en caso de éxito de la pareja, algo que se recuerda de manera compartida como una suerte de milagro. Es el mismo hilo el que cose al amor y el desamor. Perdón, necesitaba decir eso. Sigo:
--¡Pará, loco!, no te vayas…
-Entonces te acompaño, todo bien, pero si me das un beso- ¡Ay, Pelela!, si en ese instante hubiera acudido a vos un enviado del futuro te hubiera dicho “¡No, Pelela, no te enrosques ahí!” O “Mirá que te va a doler, fijáte.”
Pero claro, nadie te salva de vos mismo, ni a vos ni a nadie.
Tengamos en cuenta que en esta época no existía el facebook ni el Messenger y que los celulares estaban hechos de ladrillo y no cualquiera poseía uno y, además, dar el número de teléfono era medio complicado si aún vivías con tus padres, así que no se pudo dejar para después y tuvieron que besarse.
La acompañó hasta su casa. Iban tomados de la mano, conociéndose: él era de Leo, ella de Aries. A él le gustaban los Redondos, a ella también. Ambos eran hinchas de River y no sabían cocinar. A mitad de camino, compartieron una pequeña tuca.
Pelela no era virgen, había dejado de serlo en ese mismo año en un puterío y después lo hizo dos veces más con una amiga. Esa era toda su experiencia y todavía no se había enamorado.
Cuando llegaron a la casa de Nerina, que era una pensión ubicada en una de esas calles internas y arboladas de Palermo, ella se puso esquiva -¿No me das tu teléfono, así nos vemos otro día?
-Yo no puedo, dame el tuyo- y, en la misma hoja del dibujo, Pelela le anotó su número con tristeza, dudaba que ella lo llamaría al día siguiente, pero así fue y se encontraron a la salida del colegio. Nerina podría haber sido una adquisición para fanfarronear de no haber sido por ese cuello equino y la evidente artificialidad de su pelo y sus ojos. Tenía buen gusto para vestirse y perfumarse. Pelela también estaba producido y ruborizado. Partieron juntos, siendo vistos por toda la concurrencia del colegio.
Nerina tenía poco tiempo para estar con él porque ella asistía a la escuela nocturna. Blanquearon el tema de la edad en esa primera cita: Nerina: 22 – Pablo: 15.
-No me importa, me gustás igual, pendejo- le dijo ella, besándole la cara aún colorada.
Así transcurrieron unas semanas, hasta que la calentura no daba para más y el tema del sexo se asomaba por todos los rincones de sus citas. El estaba contento, especulaba que con los siete años que ella le llevaba sería una amante maravillosa.
Además de caliente, Pelela estaba perfectamente enamorado.
Pero antes del acto sexual pasaron otras cosas. Pelela llevó a Nerina a su casa, a cenar junto a su madre y hermana. Fue una velada de lo más tensa y antipática. No aprobaron a Nerina y tampoco le quisieron decir por qué -¿No te das cuenta?- le preguntaba su madre al día siguiente y él no la entendía o ni la quería entender.
Sus compañeros de curso eran tan ingenuos como él y la mayoría no se daba cuenta. Algunos sí, pero no le dijeron nada.
Y Pelela no daba más, después de un mes entero se puso más insistente, intimidante, intransigente en su decisión y ella comprendió que no era posible postergarlo más.
Nerina vivía sola en su habitación y, con muchos escrúpulos (no quería que nadie los viera juntos) lo llevó hasta donde reposaba su existencia.
La pieza de Nerina era pequeñísima, aunque plagada de comodidades. En la heladera estaba pegado con cinta scotch un mapa de la Provincia de Salta –Neri, ¿por qué pegaste este mapa en la heladera?
-Porque soy de Salta Capital, perdí el acento porque hace mucho que me vine a vivir a Buenos Aires.
-Claro… hablamos de un montón de cosas pero no mucho de tu familia.
-Dejá, que con estos miles de kilómetros de distancia nos llevamos bárbaro.
Nerina activó su gigante y aparatoso equipo de música, obviamente con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y, con mucha pericia, armó un elegante porro.
Después de fumar, Pelela se tornó muy cachondo y atrevido; Nerina se dejaba desnudar tranquila, incluso mantuvo la calma cuando llegó el momento de bajarse la bombacha y dejarse descubrir el pene, ante el asombro de Pelela –Pablo, ¿qué te pasa? ¿No te habías dado cuenta que soy un hombre? ¡Que no es obvio! ¿Me estás cargando?
-No, no era obvio para mí… ¡y el poema que me leíste el día que te conocí es tan femenino!
-Y bueno, loco, yo siento como mujer, ¿qué querés que haga?
Pelela estaba shokeado, no sabía qué decirle. Su discusión consigo mismo habrá durado menos de dos segundos.
-Mirá, Pablo, tenés dos opciones: te podés ir por esa puerta y no nos vemos más. Me olvido de todo y no se lo cuento a nadie. Yo soy una persona discreta y no me voy a aparecer de sorpresa a la salida de tu colegio para mendigarte un poco de amor.
O podés quedarte. Si te quedás, yo te voy a hacer el amor como sólo yo sé hacerlo en todo el mundo, ¡en serio!. Yo sé algo del cuerpo que nadie sabe, de verdad, nadie más que yo.
Entonces Pelela, que de todos modos ya había decidido quedarse, terminó de sacarse la ropa con la cariñosa ayuda de Nerina.
Lo único que ocupaba la mente de Pelela ahora era la letra del tema de los Redondos que estaban escuchando (Toxi-Taxi, ponéle). Sentíase dividido de su cuerpo y Nerina le chupaba la pija y él canturreaba despacio. Cada tanto Nerina se quitaba el pene de la boca y le presionaba la uretra con el dedo índice –Pelela cantaba- Nerina le escupió con buena puntería en el centro de la uretra y, sin preguntar nada, sin morarlo a los ojos siquiera, le insertó el dedo meñique en la uretra –Pelela cantó más fuerte- como no hubo quejas, retiró el dedo meñique y le insertó el índice –Pelela cerraba los ojos y contenía la respiración, con el pene erecto- y como había terminado la canción y empezó otra y las únicas palabras que rebotaban en el aire de la pieza eran las del indio Solari desde el equipo de música, Nerina, que también tenía el pene erecto y durísimo, puesto que, sin ninguna intervención de Pelela se estuvo masturbando, se posó sobre Pelela, le tomó el pene y, mirándolo a los ojos con mucho amor, le insertó el pene dentro del pene a través de la uretra previamente dilatada. Y Pelela dejó de cantar y se dedicó a sentir. Le resultó increíble que aquello no le doliera tanto como hubiera debido. Más que placer sintió amor, mucho amor, de la misma composición energética que Nerina. Recién entonces Pelela le acarició la cara y le dijo cosas lindas mientras imaginaba un futuro junto a ella. Le importó un carajo su madre, la sociedad y la humanidad entera. Nerina retiró su pene del pene de su amado y le hizo beber su semen, tan lleno de amor como toda ella.
En algún lugar de mi imaginación, Pelela todavía llora ese desencuentro, porque esa fue la última vez que se vieron. Ese amor, puede realizarse una sola vez en la vida. Nerina ya lo sabía, Pelela, no.

Dafne Mociulsky

jueves, 10 de junio de 2010

Un cuento que tiene 7 u 8 años de antigüedad

Acabo de corregirlo por milésima vez. Formó parte de mi segundo libro de cuentos "Trilogía", editado en el 2005, mi primer libro artesanal, tapa de cartón forrado en tela, encolado con engrudo y cocido a mano, eran lindos, pero en formato tabloide, súper incómodos, supongo que de los 300 que hice, ninguno o casi ninguno, entra parado en una biblioteca. En fin, si a alguien le importa, me gustaría recibir un comentario (tengo muchas dudas con mis cuerntos viejos) Ahí les va:

MI VIEJA NO LO ENTENDERÍA

Inhalarle las lágrimas. Eso fue lo que hice.
Le profesaba una especie de fanatismo. Inhalando lágrimas se pueden descubrir cosas muy interesantes. Pero no es nada del otro mundo, supongo que el bioquímico que pasa todo el día indagando en los deshechos humanos podría afirmar lo mismo.
Quiero decir que, en realidad, cometí algo parecido a un error. Cuando llego a esta conclusión, me confundo, puesto que me siento demasiado inocente para considerar semejante cosa, y no sé si acabo diciendo “error” por mera formalidad (apariencia de salud mental, digamos).
Cada uno, en el fondo, se entiende y se justifica, o quizás no, mas al menos se llega a una especie de acuerdo íntimo, una razón que hace que todo cierre como un círculo, una razón que no necesita la aprobación de nadie. Claro que uno necesita, invariablemente, amor, y eso hace que uno se traicione sin cesar... ¿y si la traición es el aislamiento en el que uno encuentra todas esas respuestas satisfactorias?, bueh, es todo tan relativo y particular que nada es nada, y lo digo con severas dudas.
Hay que ponerse de acuerdo y manifestar algo, ¿no?, sino, ¿para qué expresarse?. Hay algo que pugna por salir. Es una historia vulgar: una mujer y un hombre que nunca supieron si en verdad se amaron alguna vez. Pasaron seis años juntos, no consecutivos, no juntos, qué se yo. Esto me pasó a mí, así que mejor suprimo a la tercera persona. Debo hacerme cargo de todo lo que pasó.
Yo no soportaba que llorase, realmente odiaba aquel sonido chillón pero... siempre hay peros.
Inhalar lágrimas era sólo un pensamiento inasible, una utopía, la consumación total de la entrega de todo lo que siento. Era una idea vaga y vaporosa que se debatía en sueños de viajero despierto. Cuando pensaba en mí entrando por la puerta de mi vida, pateando mi propio tablero, se me venía al choque la imagen de ese inexplicable acto y se me llenaban los ojos de lágrimas, paradójicamente. Luego me sonreía para mis adentros. Me regocijaba la cursilería, la exageración. La idea me causó gracia, pero una gracia metafísica, hasta que me decidí a hacerlo: aún recuerdo la expresión de su rostro, sus ojos negros tan abiertos, el ceño fruncido, la boca nerviosa - ¿Qué hacés? me preguntó, sorprendido o asustado. Yo también me asusté, me contraje y un mutismo exasperante se apoderó de todos mis reflejos – Está bien, si para vos significa algo, no me molesta. Me parece raro, pero hacé, dale – y me entregué al consumo desenfrenado de esa droga. El lloraba. ¿Por qué lloraba tanto?, ¿acaso le dolía algo?, nunca lo supe con exactitud. Me acostumbré. Al principio se me helaba la piel, lloraba yo también, ponía a toda mi imaginación al servicio de lo que pudiera servirle de consuelo. Pero él lloraba a sus anchas, se expandía, se transformaba incansablemente en una lluvia proveniente del cerebro, no del corazón, y de eso estoy más o menos segura. El prozac no le servía para nada.
A veces pienso que tendría que haberlo llevado de paseo más seguido. Ahora es tarde para todo. Además, mi fanatismo decayó bastante. Es mejor que la estrella muera antes de extinguirse. Su fulgor duró poco, cuando hablo de aquella etapa en la que fue un Dios, me refiero a esos primeros meses que se imprimieron en mi memoria emocional (esa que no permite zafar). De no haber sido por esos meses, ¿qué sería yo ahora, en este momento?. Inútil pensar en ello.
No le fui enteramente fiel. Tampoco lo fue él conmigo. Menos mal, porque así descubrí mi verdadera naturaleza.
Soy, aparentemente, una buena persona. Tengo un efecto muy especial en la gente. Simplemente me gusta escuchar y dar consejos... ¿eso me convierte en una buena persona?. Yo no lo creo.
La desesperación había sido el motor de un montón de cosas. Me aferraba a una rama raquítica y caía; volvía a levantarme para tomarme de la misma rama. Quería creer. Podrán decir que estoy loca, pero juro que las lágrimas pegan, poseen una especie de alcaloide. Y pegan de determinada manera según la persona. El, obviamente, era mi mambo favorito. No sé si lo amaba.
En un principio me negó el amor, me negó su casa, su compañía; sin embargo aparecía tardíamente cuando yo me daba por vencida. De alguna manera me seguía sujetando. Podría decir que me salí con la mía: seis años juntos, aunque él de trofeo no tenía nada. Ángel era gordo, alto, peludo, rubio, blanco como teta de monja; tenía una cicatriz en la mejilla derecha, una quemadura. Antes de hablar de su olor, tengo que decir esto: la esencia olorífera de toda persona se halla detrás de las orejas. Allí está la identidad de la persona. Digamos que Ángel olía a una mezcla de fideos con manteca y cáscaras de naranjas, con un poco de olor a ropa nueva y, a veces, algo de vinagre leve, evaporado, o como debajo de la ventisca de un abanico.
También sus ojos negros, duros como piedras, inmóviles, húmedos y febriles, incrustados en una esfera amarillenta, ojos de hospicio, mirada de camastro de hierro, párpados ajados, pestañas efímeras, inútiles, ojeras amontonadas y rosadas, nariz carnosa, porcina, dientes pequeños que se perdían en la sombra negra de la boca. Cuando reía, se entregaba frenético, enloquecido, a una compulsión que le hacía temblar los hombros y abría mucho la boca, echando la cabeza hacia atrás. Si recuerdo con tanto detalle, es porque lo extraño mucho, a pesar de todo.
Lloraba porque existía. Era muy sutil para este mundo. ¿Cómo hacía para llorar durante tantas, pero tantas horas consecutivas?. Está bien un poco, pero... no sé de donde sacaba tanto dolor, desde dónde lo traía, cómo lo arrastraba, cómo lo procesaba internamente hasta excretarlo en lágrimas. Podría caer en el facilismo y adjudicarlo todo al simple hecho de que estaba divorciado con la humanidad. Yo era el último nexo entre él y el mundo. Fui su última y mejor carta. Pero no me convence la idea del tipo antisocial que llora, no, no era eso. Había algo más. Lloraba porque le dolía el alma, pensé algunas veces. Este pensamiento se ramificaba sin tregua, por eso me decidí a expresarme así como lo estoy haciendo. A mí también me pesa el alma, o eso parece. Una pesadumbre espiritual.
Yo me drogué con su persona, si es que se me permite decirlo de ese modo. Sus lágrimas ácidas en mi nariz... se deslizaban por mi faringe lentamente. Alucinaba, veía cosas que no eran mías. Me hundía en su información oculta. Lo vi niño. Era delgado y débil, no le gustaba que lo obligasen a comer. Yo buceaba en sus cosas, caminaba en su agenda, en su mesita de luz, en sus anotaciones bajo candado. Me apropié de todo aquello. Siempre volvía del viaje con las manos llenas y atesoraba las nuevas adquisiciones en una memoria que no admitía olvido alguno. Era implacable en el recuerdo.
Antes odiaba que llorase, después le provocaba el llanto a drede. El no sabía qué hacer conmigo: sin mí, no había nada más, ni mundo ni cielo. Yo representaba el todo y me situaba frente a él, prisionero, y le extirpaba la intimidad.
Hacíamos el amor todos los días. Lloraba al eyacular, pero esto no significa nada, lloraba también al bañarse, cuando defecaba, cuando comía y cuando atendía el teléfono. Cuando le dije que lo amaba, casi se me muere entre los brazos. Estuvo enfermo durante dos días enteros, delirando de fiebre y me decía – Raquel, quiero mudar de cuerpo, ayudáme – yo lo cuidaba sin ser maternal, con curiosidad. Lo miraba fijamente, buscando algo para mí. Hablaba solo. Dijo que me tenía miedo, mucho miedo y que deseaba que me muriera junto a él. También habló acerca de una oficina en la que solía trabajar antes de mí. Habló acerca de sus compañeros del trabajo. Entendí a medias esa parte, pero me pareció oír acerca de una posible relación homosexual. Después se curó y no habló más de estas cosas. Cuando se recuperó, me dijo que él también me amaba. Lo declaró con un torrente de lágrimas que inhalé con presteza.
A veces nos peleábamos. Eran peleas boludas: por el control del control remoto, por la frazada, por diferencias de gustos cinematográficos, en fin, salíamos muy poco.
Llevarlo de paseo representaba la mayor complicación: Se ponía nervioso con la gente. Salíamos en las horas más desérticas, por ejemplo los domingos a las cuatro de la mañana. Y aún así resultaba difícil, siempre pasaba algo que lo detonaba y debíamos volver a casa urgentemente. Una vez tuvo un ataque de nervios porque vio que una pareja se besó y luego se despidió.
¿Estaba loco?, no lo sé. Nunca quise pensar en eso. Puede ser, aunque esa idea me convence menos que la supuesta depresión social.
Nos conocimos en la oficina. Yo recargaba cartuchos para impresión, él reparaba impresoras. Pasábamos mucho tiempo juntos. Nos gustamos desde el vamos y no tardamos nada en hacer el amor en la hora del almuerzo, escondiéndonos en el depósito. Como en toda relación de mierda, el sexo era bueno.
Yo fui quien sugirió la solidificación de lo nuestro y nos mudamos juntos a esta casa – que me queda tan grande ahora, tan fea – Todavía era mi Dios en esa época, luego vino el llanto y su gordura. Abandonó el trabajo. Se encerró a trabajar sólo a través de internet, como traductor (sabía inglés a la perfección). Eso fue un error, pero ya está, no voy a ser tan hipócrita de lamentarme por lo que yo podría haber hecho para salvarlo de sí mismo, además, él quiso todo lo que le tocó – o prefiero creer que así fue -. Me metió los cuernos un par de veces; fue con mujeres más feas que yo. Volvía tan alterado de esos encuentros que yo misma debía consolarlo. Distinto era cuando la zorra era yo. A mis amantes también les inhalaba las lágrimas y conocí sus mundos propios. Pero nadie fue tan interesante, o estaba realmente enamorada de Ángel, puede ser, todo puede ser, ¿no?.
Los momentos en que me sentía entregada no eran, precisamente, cuando se tornaba romántico (su romanticismo, cabe aclarar, no tenía nada de poético). Me tomaba las manos, me miraba a los ojos sin pestañar y lloraba sin sonido. Eso significaba “te amo”. Así como el adolescente huevón aprende a hablar eructando, él aprendió a hablar llorando. Esto no me conmovía. Lo amaba cuando estaba callado y no notaba mi existencia, es decir, cuando me dejaba descansar un poco. Y de repente sentía tantas cosas que me asustaba y debía volver a provocarle el llanto para someterlo.
Una vez discutimos tanto que tuvimos que distanciarnos. Yo me mudé a la casa de una amiga. Fueron un par de meses en los que me entregué al recuerdo de sus defectos y malos actos. Por ejemplo, cuando me había negado su casa y su amor. Cuando él era inaccesible para mí. Tuve que soportar, en los primeros tiempos, el mandato de él como deidad. Recuerdo cada uno de sus iniciales rechazos. Éramos amantes sin progresión; nunca sabíamos si íbamos a volver a compartir la intimidad, jamás quedábamos en nada. Duró tan poco todo aquel proceso de seducción que la reserva no alcanzó para las épocas de escasez de cariño. A veces la relación se pudría como un churrasco expuesto al sol del mes de enero.
Esa vez había logrado enfriarme. Comencé a salir con alguien. Era un hombre sencillo, puesto que no lloraba horas y horas. Era malabarista y artesano, diez años menor que yo. El se había entregado a mí como el suicida a la muerte. Creo que él sabía, en su fuero interno, que lo destrozaría y seguramente era esa sensación de próxima fatalidad la que lo hacía pegar aún más su cuerpo al mío. No me dejaba respirar, me ahogaba. Comencé a sospechar que, así como yo me drogaba con lágrimas, él consumía mi aire. Sus largos besos me dejaban al borde del desmayo. Comprendí que no estaba sola, que no era la única y me alejé.
Volví junto a Ángel.
Me costó volver a acostumbrarme a nuestros rituales. Sus lágrimas tenían un sabor amargo. Fue difícil lograr el gusto ácido que era el que realmente me narcotizaba. Las lágrimas amargas me daban datos confusos: veía lo que soñaba. Imágenes discontinuas sin sentido. Yo no quería ver nada de eso, quería información concreta. Vi el llanto adentro del llanto, por mí. Nunca había visto, o alucinado, lo que sentía por mí. Sólo esa vez. Estaba escribiéndome una carta de la cual llegué a leer dos líneas: “Mi cuerpo se muere de frío sin tu piel de seda. Finalmente te convertiste en un vicio, un amor. Esto no tenía que pasar. Tengo miedo”.
Sabía que esto terminaría mal. Estábamos por el quinto año de nuestra relación. Se extinguían los diálogos, la intimidad era tan imperiosa que se devoraba a las palabras. Ahora me doy cuenta de que lo que vino después era previsible, pero en el momento, no sé, no podía pensar con claridad.
Y sus llantos disminuyeron un día. Yo me quedé como desnuda y minimizada en la palma de su mano. El cambió, se “desdeprimió”. Por primera vez recibimos visitas en casa. Se sociabilizó y yo me quedé al costado, detenida en el vano de una puerta imaginaria desde la cual todo se veía sin pronunciarse. Mi carácter se agrió.
Ángel adelgazó, volvió a ser un hombre atractivo. Me moría de celos. Se incrementaron sus salidas, sus otras mujeres. Ahora le era fiel, lloraba cada minuto de sus ausencias. Perdí el poder. Así, trastabillando, llegamos a nuestro sexto aniversario.
-Raquel, tengo que resolver ciertos asuntos que me obligan a alejarme de vos – no pudo mirarme a los ojos cuando me dijo esto – Hacé lo que quieras, no puedo evitar tu destino.
-Destino, ¿qué es eso?
-Quiero decir que vos sabés.
-Bueno, ya, sin tragedias, por favor.
-Dale, separémonos como dos cubitos de hielo, ¿te parece?
-Sin sarcasmos, sin dramatismos, sin nada.
-Entonces, ¿qué harías vos en mi lugar?
-Nada.
-¿Nada?
-El que nada no se ahoga.
-No te hagas el gracioso, que no es momento.
-No llores, Raquelita.- Y después de esta miserable conversación, preparó sus bolsos y se fue al carajo.

La noticia de su muerte, o mejor dicho, casamiento, me llegó mucho tiempo después, justo cuando estaba volviendo a enamorarme.


Dafne Mociulsky

viernes, 28 de mayo de 2010

Hace 5 minutos terminé de escribir este cuento

La cortesía

Me enteré hace poco y no puedo quitármelo del pensamiento. La data me llegó a través de una borrachera; estaba con mi amigo, ese que hacía rato que no nos veíamos. ¡Qué cambiado lo encontré!, pelo largo, barba, bigotes, la piel bronceada, en fin, se lo veía mejor, hasta había dejado de beber, dijo, pero esa noche hizo una excepción por mí. No sé cuántos vinos habremos descorchado y vaciado, no importa el número. En algún momento de la velada, se nos dio por confesarnos cosas que quizás ya sabíamos, sin embargo, me encontré con algo que no me esperaba: él había estado con una amiga mía, digo amiga porque nunca fuimos pareja, éramos una sana mezcla de amantes y amigos. Yo creo haber estado un poquito enamorado de ella, aunque tuve que contenerme por falta de estímulo, ella tenía un fuerte discurso contra el compromiso y, con el tiempo, nos fuimos enfriando. A veces nos veíamos en fiestas y eventos a causa de nuestros amigos en común. La mayoría de esas veces, cada cual estaba respectivamente acompañado, así que nunca más volvimos a dormir juntos. Además, meses después de nuestro frío mutuo, ella se fue a vivir en pareja a algún pueblito del norte, creo que en Jujuy o Salta se instaló, y casi nada más se volvió a saber de ella.
Mi amigo me confesó que él gustaba de ella antes de que estuviera conmigo y albergaba ciertas esperanzas (era una de esas chicas que uno quiere como novia). Después de mí y antes de irse al norte a hacer vida de casada jipi, existió un pequeño espacio de tiempo que compartió con mi amigo. Nos reímos, mucho. Él le había preguntado si estaba enamorada de mí o si alguna vez lo estuvo -¿Y qué te dijo? – le pregunté yo, sintiendo que mi ebriedad disminuía, él se tomó una pausa de vino, evidentemente había metido la pata y no quería contarme eso, pero ya era tarde y me contestó –Mirá, vos viste cómo es ella, es una mina rara… me dijo que hubieras sido perfecto salvo por un defecto…
-Bueno, no seas malo, ahora tenés que decirme cuál, ¿no?- se deshizo en disculpas, excusándose por el hecho de estar borracho y hablar giladas, hasta llegó a hacerse el boludo, tratando de hacerme creer que se había olvidado de lo que estaba diciendo, intentó hacerse el dormido y, por último, se me cagó de risa en la cara -¡Te la creíste, qué salame!- pero no, por más tiempo que hayamos pasado sin vernos, no llegó a ser tanto como para desconocernos las mañas, las mentiras y, claro está, las metidas de pata; así que, ya medio enojado, le rompí las pelotas para que me devolviera mi defecto secreto, porque era MÍO.
Nos quedamos callados, tal vez un poco arrepentidos los dos de haber llevado la alegría del reencuentro hasta ese momento de mierda. Mi amigo suspiró y dijo
–Que no sos un buen chupador de concha, eso me dijo. Y te digo más, ya que estamos: también estuve con la negra, ¡sí, tu ex novia!, ah, ¿ya lo sabías?, bueno, yo sabía que no te iba a molestar y… eso, la negra me dijo lo mismo de vos.
En ese instante se me pasó el pedo. El silencio era tal que se escuchaban las variaciones sonoras del motor de la heladera. Creo que él puso música, si mal no recuerdo algo de los Rolling Stones, que son antidepresivos. No nos dijimos nada más, hasta que él consideró que era el momento de irse y agregó –Si yo te dije eso, es porque te quiero mucho y quiero que mejores tu calidad de vida sexual, loco. Vos, acaso, ¿no me lo hubieras dicho? ¿Permitirías que yo ande por la vida chupando mal las conchas, pudiendo decírmelo para ayudarme a cambiar? No me acuerdo qué le contesté, igualmente nos despedimos con un abrazo.
Esa declaración no pudo haber llegado en peor momento: estoy enamorado. Vengo haciendo un trabajo fino con una compañera del laburo. El equilibrio es muy delicado, es jodido meterse con alguien a quien vas a verle la jeta quieras o no, pase lo que pase, y que si llegáramos a estar juntos estaríamos todo el puto día juntos, sí, ya sé, pero hace tres años que me vengo planteando estas cosas y no me importa nada, ya lo pensé todo, estoy dispuesto a llevarme bien con su hija y a preparar a mi hija para que la acepte y la quiera, a ella y a su hija.
En estas últimas dos semanas tuvimos tres citas: en la primera fuimos a comer y nos re besamos, en la segunda fuimos al cine y nos re calentamos, en la tercera ya daba para todo, pero ella estaba indispuesta y le dolían los ovarios, así que lo dejamos para hoy.
No puedo parar de pensar en eso, ¿qué tantas desventajas puedo tener yo si es tan cierto que soy un mal chupador?, para mí, una mujer que no chupa bien la pija, o que no le gusta hacerlo, no merece mi respeto… Si las mujeres con las que estuve piensan como yo, esto es terrible. Pero bueno, ¡basta!, tengo que superarlo, tengo una boca y una lengua, como cualquier otro. A lo mejor fue cuestión de gustos y justo a esas dos conchudas no les gustó mi manera de chupar (tampoco deberían andar difundiéndolo por ahí) qué se yo… aunque si me remonto más al pasado, creo haber recibido quejas, no sé si muchas o pocas.
Yo estuve casado, ¿cómo puede ser que en cinco años de matrimonio no haya aprendido?, bah, eso no cuenta, ¡era tan pendejo cuando me casé!, ni siquiera le llegué a romper el culo a la madre de mi hija.
Pero yo soy un pelotudo bárbaro, ahora me doy cuenta, ¡cómo me voy a chupar bien una concha con esta dispersión mental!, no debería estar pensando en todo esto mientras estoy chupando una concha, encima la concha de la mujer que realmente me gusta.
Sin embargo, parecen marchar bien las cosas, de todos modos. Ahora estoy concentrado y trato de que sus gemidos enmudezcan mis soliloquios. Ojalá que en cualquier momento me interrumpa con un orgasmo. Qué divina que es, cada tanto la miro y sus gestos de placer curan mi autoestima. Qué linda conchita que tiene, toda depiladita, riquísima. Un momento, acá hay algo raro: ¡Cómo voy a ser mal chupador si me gusta chupar!, sí, listo, ya fue, era cuestión de gustos y a esta belleza que tengo contra mi boca parece gustarle y mucho. ¡Gracias Dios por permitirme esta oportunidad!
No sé si debería parar, dejarla interactuar un poco. Hace un rato intenté desprenderme y me agarró de los pelos y me volvió a mi lugar. Bueno, no tengo drama, sigo, con arañazos en la espalda es mejor, me cebo más. Sigo chupando, ya confiado y cuanto más chupo, más profundamente, mi lengua se choca con algo redondo que se asoma debajo del clítoris, intento otra vez desprenderme pero esta vez para mirar, por curiosidad, pero ella me vuelve a mi puesto apretándome la cabeza con las piernas y esa cosa redonda crece y se asoma, se va metiendo adentro de mi boca.
Yo quiero ser cortés, quiero darle la mejor chupada de concha que haya recibido en su vida, y que en caso de que yo no me convierta en su amor y me deje por otro (puesto que yo no la dejaría por ninguna) que en el futuro nadie se la chupe mejor que yo. Quiero que esta chupada quede en el almanaque de su vida, que cada vez que sea 28 de mayo recuerde esto que está pasando ahora. Yo, atareado en mi labor, ignoro eso que le sale y crece en mi boca, parece una pijita.
Pasó un rato largo y seguimos así, unidos por boca y concha, aunque ahora que se ha terminado de endurecer, no cabe duda de que esto que estoy chupando es una pija.
Y bueno, qué se yo, no me deja salir. Sigo apretado entre sus piernas, tengo los oídos totalmente tapados, no escucharía ni un gol de Argentina en una final. Ya orgasmeó tres veces y parece que tiene para rato.
Con todo lo que he vivido, ya me di cuenta hace rato que debo amar a la mujer adecuada y no a la mujer ideal. Esta es la adecuada, ésta es la que me hace reír todos los días, haciendo que mi laburo me resulte más copado, ésta es la protagonista de mis últimas pajas, es su hermosa sonrisa la que se me aparece en el momento de acabar y eso es un síntoma de amor puro. Me hago a la idea, será así pues, la mujer que amo desarrolla un pito por la concha cuando se sobreexcita y yo seré su mejor chupador.

Dafne Mociulsky

viernes, 7 de mayo de 2010

Cobertura de la 13º FLIA y se viene la 3º FLIA en La Plata!



















-¿Dónde estás? ¿Qué haces en la rural? - pregunta un muchachín hablando por celular- No, boludo, no, en la Feria del Libro Independiente te dije… no… en Sociales… tomate el 12 mejor...

Y sí, puede pasar, pero confundirse de esa manera es un bajoncito, aunque libros son libros y en ningún lado muerden, todos los caminos son válidos para transmitir tu obra… epa ¿será tan así?
No lo sé, calculo que para unos sí y para otros no, pero el plus FLIA no está en la otra feria.
Por ejemplo a quienes me cuentan que fueron a la feria de la rural les pregunto que onda y son muchos los que me dicen que aburrido y los libros caros. Y eso en la FLIA no pasa, bueno sí, hay algún libro caro… pero aburrirse ni en pedo.

Salgo de mi puesto en busca del público a preguntarles por qué vienen:
- ¿A ver si adivinás de donde es mi acento?- me repregunta un loquillo.
- A ver… hablá mas…
No adivino su acento y me cuenta que es de Mendoza, pero estuvo viviendo en Rosario y en Córdoba mucho tiempo. Que ya vino a otras FLIAs y que a la plaza uno va muchas veces porque le cabe y que acá te encontrás con un montón de cosas buenas y gente afín.

Y el estacionamiento ahora, por unas horas, está todo recuperado, no solo el perímetro del comedor, y no parece tan grande como a la mañana.
Igual el problema sigue estando desde el 2008 cuando “se abrió una causa que imputa a todos los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales por usurpación. A principios de este año, el rector de la Universidad, Rubén Hallu, como querellante se puso al frente de la causa en la cual el imputado pasó a ser el que en ese momento era el Presidente del Centro de Estudiantes, German Feldman.”
El lugar donde estamos pertenece a la universidad, entonces pertenece a los estudiantes, eso no tiene muchas vueltas. Y los intereses de los estudiantes no transitan por el mismo lugar que los intereses del rectorado, resulta evidente.

Abrazos: me lo cruzo a Héctor de la Huerta Orgázmika, me cuenta que están organizando para el 18 de mayo una “caravana alegre del descontento y el placer orgázmiko infernal.” Se cumple un año de la destrucción de la huerta y salen desde Rojas y la vía a las 18 horas con rumbo al Parque Centenario, donde junto a Parque Libre Cine Abierto van a estar proyectando material relacionado a la Huerta.

Me voy cerca de los canteros y me siento un rato, pido fuego y resulta que el convidante es escritor de José C. Paz: - Me vine con la mesa y la mochila en el tren y después colectivo. Y el plan es volver desde la misma manera.

Los dos días los tengo como uno solo, de horas en donde vi de todo. Escenario, cerveza en vasos grandes hermosos, charlas, proyecciones, visuales, comidas compartidas, arte amarte, fernecito, una mesa de ping pong solidaria y conversas con personas que nunca antes había visto y resultan extrañamente familiares.

Y las comidas, las artesanías y las ropas… “a todos los hippies del universo, gitanos hermanos vagabundos de este mundo, yo los saludo y los elevo, y los abrazo con el corazón” dice una letra de Arbolito, que nunca tocó en la FLIA, pero si dio una charla Osvaldo Bayer quizás un día se peguen una vuelta porque la FLIA tiene algo de eso que ellos cantan. Y dos perros juegan a las mordidas alrededor de los poetas que recitan. Y los chicos corren por ese inmenso estacionamiento recuperado, en donde no sé quienes preparan una bandera gigantesca para no se qué.

El otro día escuche una canción por la radio: “Si la luna fuera tiza yo escribiría en el cielo, con letra bien prolijita: ¡qué vivan nuestros maestros!”
Llamé a la radio y no contestaban y tampoco lo anunciaron. Y ahí lo escucho en el escenario de la FLIA y ya sé quien es Alejandra Rabinovich.

Cuando termina de cantar me voy de a pasitos para una de las esquinas, no salgo del playón, pues lejos del escenario y sin micrófono, un grupo toca música, canta y recita. Me ofrecen una pandereta para que me sume.

P.M.Giacobbe
www.larefugio.blogspot.com
www.refugiodebipedos.com.ar

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Y se viene la 3º FLIA en La Plata!!!!

Desde distintos puntos de esta zona geografica a la que caprichosamente llamamos La Plata de nuevo se ponen en marcha los diferentes motorcitos independientes que estamos queriendo arrancar este 2010 a pura fiesta y cachivache!

La 3ra FLIA en La Plata ya empezó a gestarse!
De nuevo en el casco urbano, y esta vez junto al centro por los derechos humanos
Hermanos Zaragoza (av. 53 nº 435, entre 3 y 4, a diez cuadras de la estación de trenes y de la terminal de micros)

El SABADO 8 de MAYO desde el mediodia hasta las 2 de la madrugada, todos los que se acerquen a la rambla van a encontrar poetas, músicXs, cocinerXs, performers, payasXs, editorXs, vegetarianXs, mimos, escritorXs, fotógrafos, artistas plasticos entre otro diverso montón de personas y personalidades, que estarán recorriendo los puestos al aire libre llenos de libros, pinturas, revistas, discos, fanzines, fotos, poemas, películas, dibujos, empanadas, remeras y muchas otras cosas.


FLIA
(Feria del Libro Independiente y Autogestionada, Amiga, Almalibre, Anárquica, Ambulante... ) es un espacio organizado por chicXs de diferentes ambitos, con diferentes ideas y diferentes intereses entre si, que comparten las mismas ganas de crear nuevos vinculos y relaciones entre las personas por fuera de los circuitos económicos establecidos por el mercado.

Si te interesa la movida de la autogestión acercate a imaginarla con nosotros.
Funcionamos en reuniones horizontales.
No necesariamente tenés que ser fotógrafo, poeta, artista plástico, cocinero, ni nada.


2009 - 11 de mayo - 2010
¡Un año de FLIA La Plata !